¿QUÉ ES LA GLOBALIZACIÓN?
La conferencia de Davos y la cumbre
de Porto Alegre son las dos caras de la globalización. Si algo caracterizó al
siglo XX y a este siglo XXI que comienza es eso que se ha dado en llamar
globalización, proceso que culmina con la caída del muro de Berlín, el fin del
socialismo real, la extensión del mercado global a todo el mundo, sin
excepciones, y la generalización de Internet. El Programa de las Naciones
Unidas para el Desarrollo (PNUD) muestra que mientras la integración global
está procediendo "a gran velocidad y con alcance asombroso," la
mayoría del mundo no participa de sus beneficios. "Las nuevas reglas de la
globalización, y los actores que las escriben, se centran en la integración de
los mercados globales, descuidando las necesidades de las personas que los
mercados no pueden resolver. El proceso concentra aún más el poder y margina a
los pobres".
Globalización de la pobreza y la
exclusión social
La globalización supone
indudables ventajas, pero también grandes desventajas. Entre los actores que se
han beneficiado están las instituciones financieras, las empresas
multinacionales, las mafias internacionales, turistas, ONG, y la mano de obra
muy cualificada. El 20% más rico de la población mundial ganaba 30 veces más
que el 20% más pobre en 1960. En 1990 la proporción era de 60 a 1, y en 1997 la
diferencia era de 74 a 1, según el PNUD. El siglo XX ha acentuado la
desigualdad, en vez de reducirla. En 1820 la proporción era de 3 a 1, de 7 a 1
en 1870, de 11 a 1 en 1913, y de 74 a 1 en 1997, es decir, hoy las
desigualdades son mayores que nunca. También hoy más de 80 países (el África
subsahariana y los países del antiguo bloque soviético) tienen una renta per
cápita inferior a la de hace una década, y curiosamente muchos de estos países
son los más integrados en el comercio global en términos de PIB. La
globalización no contempla ningún mecanismo de redistribución de la renta. Para
paliar el desastre de la globalización de la pobreza, se han propuesto algunas
medidas, como la condonación de la deuda externa de los países más pobres y el
aumento de la Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD), hasta alcanzar el 0,7% del PIB
de los países ricos. Pero los pobres probablemente prefieran que les paguen más
por el café y otros productos de exportación a las medidas meramente
caritativas; como decía un chiste, "Pagar mejor el café, y menos
ONG".
Algunas de las iniquidades de la
globalización son consecuencia de las mismas faltas de equidad entre países
ricos y pobres, o entre las poblaciones ricas y pobres dentro de ellos, tal
como el PNUD ha descrito durante años. El 20 por ciento más rico de la
población mundial controla el 86 por ciento del PIB mundial y el 82 por ciento
de las exportaciones de bienes y servicios, mientras que el 20 por ciento más
pobre apenas un 1 por ciento del PIB y las exportaciones. La globalización ha
supuesto también un aumento de la exclusión social, marginando a grupos
sociales completos de toda participación real, con el aumento del desempleo y
de la pobreza.
En América Latina, según la CEPAL, el
número de pobres, que en 1980 era de 135 millones, llegó a 200 millones en
1990, y en 1997, a pesar del crecimiento económico experimentado en ese
periodo, alcanzó la cifra de 204 millones, y de ellos cerca de 90 millones son
indigentes, viviendo en una pobreza extrema.
La crisis de 1999, que afectó a
numerosos países latinoamericanos, ha agravado la pobreza y la exclusión
social, en un contexto de aumento de las desigualdades sociales, a escala
internacional y en cada país. El llamado pensamiento único, que desprecia toda
protección social y cualquier mecanismo que no sea la dura lógica darwinista de
la supervivencia en el mercado, contribuye a agravar las desigualdades
Norte/Sur y dentro de cada país. Un ciudadano de Estados Unidos gana por
término medio más que cien ciudadanos de Haití. En España el 20% de los más
ricos tienen 4,4 veces más ingresos que el 20% más pobre, mientras que en
Colombia tienen 15,5 veces más, cifra que casi duplica al 8,9 de Estados Unidos,
que es uno de los países industrializados con mayores desigualdades, según el
Informe sobre Desarrollo Humano 1999 del PNUD.
Una nueva forma de iniquidad puede
verse en la integración de las comunicaciones. "Internet une a las
personas en una nueva red global, pero el acceso se concentra entre las
personas de los países ricos," dice el informe. Los países de la OCDE
controlan el 91 por ciento de los usuarios de Internet.
La globalización económica, o el
aumento del comercio exterior, se ve favorecido por la apertura y
liberalización de los mercados y por el impacto de la actual revolución
tecnológica sobre las comunicaciones tanto físicas (transportes), como
electrónicas (información). Uno de los aspectos clave es la gran movilidad del
capital financiero, la existencia de un mercado planetario donde diariamente y
a la instantánea velocidad de la luz, las redes electrónicas mueven e
intercambian sin control, 1,5 millones de millones de dólares. El 20% de los
bienes y servicios producidos anualmente son exportados e importados.
Sin embargo, la palabra globalización
no se usa sólo referida a la globalización económica o financiera, sino que
abarca otros aspectos. Se trata de un proceso que integra las actividades
económicas, sociales, culturales, laborales o ambientales. La globalización
supone también la desaparición de las fronteras geográficas, materiales y
espaciales. Las redes de comunicación, desde Internet a los teléfonos móviles,
ponen en relación e interdependencia a todos los países y a todas las economías
del mundo, haciendo realidad la llamada aldea global. Globalización y
neoliberalismo no son términos sinónimos, pero actualmente se produce una
repetida concordancia entre el fenómeno físico de la globalización y el
fenómeno ideológico del neoliberalismo. La redistribución de la renta, a escala
nacional y mundial, se relega completamente, y la única esperanza es un utópico
derrame.
Globalización y democracia
Aunque se habla de la
"mano invisible" del mercado como único motor regulador de la economía,
esta mano que aprieta y ahoga tiene actores concretos, y responde a influencias
políticas y económicas no sujetas a control democrático: el G-7 (o G-1, EE UU),
la OCDE, el FMI, el Banco Mundial y la OMC actúan como los verdaderos garantes
de un gobierno mundial. Los países en desarrollo, donde vive cerca del 80 por
ciento de la población mundial, apenas tienen voz en las instituciones donde
realmente se decide el destino de la Humanidad. El FMI y el BM con sus planes
de ajuste estructural obligan a privatizar las empresas públicas y a reducir
los gastos sociales y de protección ambiental. Los Estados pierden capacidad de
decisión tanto económica como política, en favor de las grandes
multinacionales. Imbuidos por esta lógica neoliberal, los países dictan normas
y leyes liberalizadoras; firman acuerdos comerciales que favorecen las
dinámicas del "libre" mercado; se integran en bloques económicos
regionales y subsistemas globales (Unión Europea, TLCAN, Mercosur, ASEAN, entre
otros); impulsan las privatizaciones; abandonan las políticas de tipo social y
condenan a los más desfavorecidos a la miseria y la marginación. La crisis
financiera del Este de Asia en los años 1997-99 demuestra los peligros de la
globalización financiera, al igual que la crisis de Rusia en 1998 y Brasil y
otros países latinoamericanos en 1999.
Ante la sucesión de las tormentas
financieras -desde el efecto tequila al efecto vodka, pasando por el efecto
samba-, por primera vez se alzan algunas voces críticas dentro del propio FMI.
La farmacopea neoliberal que sigue utilizando los planes de ajuste estructural
impuestos por el FMI, obliga a que el país que recibe los créditos abra de par
en par sus mercados financieros para permitir que la gran banca extranjera
compre los bancos nacionales; fuerza a elevar las tasas de interés ?lo que
ocasiona el hundimiento de las empresas locales-; impone subidas de impuestos
que son soportadas por las capas medias y bajas cada vez más empobrecidas; y
conmina a draconianos recortes en el gasto público.
Nuevas oportunidades
La tendencia impuesta por la
globalización no es hacia la convergencia sino hacia el aumento de las
desigualdades. La globalización contribuye a la degradación ambiental, acentúa
la pobreza, la exclusión social y las desigualdades sociales dentro de cada
país y entre países industrializados y en desarrollo, pero es un fenómeno
irreversible, al que es difícil combatir, y más bien se debería tratar de
regular, para impedir las peores consecuencias, para la sociedad y el medio
ambiente. La globalización también ofrece grandes oportunidades para erradicar
la pobreza, extender la democracia, obligar a respetar los derechos humanos y
empezar a caminar hacia el desarrollo sostenible. En los últimos años se han
firmado o se están negociando Convenios internacionales sobre Protección de la
Capa de Ozono, Cambio Climático, Biodiversidad, Desertificación y Contaminantes
Orgánicos Persistentes, entre otros. La Conferencia de Río en 1992 sobre Medio
Ambiente y Desarrollo no resolvió los problemas, pero al menos los puso sobre
la mesa, primer paso para su solución.
El desarrollo tecnológico y el actual
grado de desarrollo permiten erradicar la pobreza y solucionar los problemas
ambientales, pero para ello se requieren cambios profundos y desde luego nada
fáciles de lograr. Las razones y los datos que avalan el pesimismo son enormes,
pero también hay signos para el optimismo, como el fin de la guerra fría y la
amenaza nuclear, la disminución de los gastos en armamento, la disminución de
conflictos, el freno del crecimiento demográfico en la mayoría de los países,
el desarrollo de las energías renovables, las nuevas tecnologías de la
información, la extensión de la democracia a más países que nunca, el mayor
respeto de los derechos humanos, la mayor igualdad entre hombres y mujeres, la
extensión de la educación, el mayor rechazo de la corrupción, o la
generalización de las ONG y la mayor participación de la sociedad civil. La
industria nuclear ha entrado en un declive irreversible, y los cultivos y
alimentos transgénicos pueden correr igual suerte, ante el masivo rechazo de
los consumidores. La generalización de Internet y de los teléfonos móviles
permite dar a conocer cualquier denuncia de forma instantánea a todo el mundo.
Internet no sólo es un instrumento del capital, sino que puede servir, y sirve,
para luchar por la equidad social y la sostenibilidad ambiental.
La tarea, como señala el PNUD no es
combatir de forma quimérica el irreversible proceso de globalización, sino
tratar de encauzarlo, para que se produzca con:
*Ética: con menos violación de los
derechos humanos, no con más.
*Equidad: con menos desigualdades
sociales, entre países y dentro de cada país.
*Inclusión: con menos marginación de
pueblos y países, no con más.
*Sostenibilidad: menos destrucción ambiental,
no más.
*Desarrollo: menos pobreza y
privación, no más. Entre las medidas a adoptar está la condonación de las
deudas públicas exteriores de los países del Tercer Mundo.
*Transparencia: El comportamiento de
las empresas multinacionales y de las grandes instituciones mundiales, como el
FMI, el Banco Mundial y la Organización Mundial de Comercio, debe ser más
transparente y más regulado, y en el caso de las instituciones internacionales
se hace necesario una mayor democratización, aumentando la participación de los
pueblos de los países en desarrollo, que hoy sufren sus políticas, sin
participar en sus decisiones. En el caso de las empresas multinacionales, los
grandes actores de la globalización, no basta con códigos voluntarios de
conducta, sino que es necesario controlar y regular los efectos de sus
actividades económicas en el medio ambiente, la salud, el empleo, los niveles
salariales y el respeto de los derechos humanos.
Para encauzar y humanizar el proceso
de globalización es necesario reforzar la estructura de las Naciones Unidas, al
contrario de lo que quiere la nueva administración de la derecha republicana en
EE UU, crear un Tribunal Penal Internacional para castigar las violaciones de
los derechos humanos, y elaborar un código de conducta obligatorio para las
multinacionales, en el marco de la Organización Mundial de Comercio. Igualmente
es necesario reforzar y dotar de instrumentos y presupuestos a los Convenios de
Cambio Climático y de protección de la Diversidad Biológica, para que puedan
cumplir sus fines. No todo está perdido.
La Convergencia Norte-Sur implica la
necesidad de reducir el consumo de energía y otros recursos en los países
desarrollados y de incrementar el nivel de vida en los países en desarrollo,
sin que la suma de todos los recursos consumidos ponga en peligro los procesos
ecológicos esenciales, el clima y la diversidad biológica. Las necesidades del
Norte se deben satisfacer de manera que no comprometa la satisfacción de las
del Sur, así como la de las generaciones futuras del Norte y del Sur.
El Norte, y también las ONG
ambientalistas, no pueden reclamar a los pueblos del Sur un gran esfuerzo para
preservar la biodiversidad y para no aumentar la emisión de gases de
invernadero y otras sustancias
contaminantes, como CFCs, SO2 y NOx,
sin un esfuerzo paralelo para reducir el insostenible consumo del Norte,
repartir más equitativamente los recursos entre el Norte y el Sur y eliminar la
pobreza. A tal fin, según el consenso alcanzado en multitud de foros, se deben
adoptar las siguientes medidas:
a. Reducción de la Deuda Externa de
los países del Sur y del Este. La cancelación de la deuda externa oficial y
privada es una condición básica para superar la pobreza y la degradación
ambiental en los países del Sur y del Este. La cancelación de la deuda no debe
ser supeditada a la implantación de los clásicos programas de ajuste
estructural.
b. Acceso de los productos con mayor
valor añadido y menor impacto ambiental de los países del Sur a los mercados
del Norte, excepto para aquellos productos cuya explotación no sostenible sea
lesiva para el medio ambiente o para la erradicación de la pobreza, reduciendo
las barreras comerciales y no comerciales así como los subsidios a los bienes
producidos en el Norte. Igualmente la OMT (Organización Mundial de Comercio)
debe ser reformada, permitiendo a los países en desarrollo proteger sus
mercados internos de la devastadora competencia internacional, adoptando las
medidas adecuadas para que los productos internalicen los costes ambientales y
sociales y prohibiendo los subsidios resultantes de externalizar los costes
ambientales y sociales de algunos bienes y servicios. La simple liberalización
de los mercados no va a resolver los problemas sociales y ambientales.
c. Transferencias financieras del
Norte al Sur, generando fondos adicionales para el desarrollo sostenible y la
erradicación de la pobreza y el cumplimiento de los compromisos del Sur, en
orden a preservar la diversidad biológica, frenar el cambio climático, proteger
la capa de ozono, reducir la deforestación y los procesos de desertificación.
El Norte debe incrementar su asistencia oficial al desarrollo por lo menos
hasta el 0,7% del PIB, implicando a todas las administraciones (estatal,
regional y local), así como a la sociedad civil. Los fondos adicionales deben
ser incrementados, gestionados democráticamente y se debe velar para que
efectivamente sirvan para superar la pobreza y evitar el deterioro ambiental, y
no para enriquecer a las élites del Sur.
d. Transferencia de tecnología al
Sur, en condiciones ventajosas y en muchos casos sin contrapartidas económicas,
especialmente de aquéllas que mejoren el medio ambiente y reduzcan la emisión
de contaminantes y gases de invernadero, como las energías renovables, las que
incrementan la eficiencia energética, el transporte colectivo, o la
refrigeración sin CFCs.
e. Iniciativa contra la pobreza,
eliminando el hambre, aumentando la autosuficiencia alimentaria, y
distribuyendo más equitativamente el ingreso, en el Norte y en el Sur, donde
las diferencias de renta son aún mayores que en el Norte. Los países del Norte
deben adoptar estilos de vida menos consumistas, eliminando el despilfarro de
energía y de otros recursos no renovables, lo que no significa disminuir la
calidad de vida, e incluso puede aumentarla (mejora de la salud, incremento del
tiempo libre).
f. Iniciativa para lograr la
estabilización de la población, aunque para ello hay que empezar a atacar
algunas de las causas últimas del crecimiento demográfico en el Sur, como la
pobreza (los hijos garantizan la pensión a los pobres en su vejez), el acceso a
la educación , al empleo y a los cuidados primarios de la salud, especialmente
para las mujeres pobres y sus hijos, poniendo al alcance de todos los servicios
de una planificación familiar libre y responsable.